«Cantando con drones», de Jorge Tortosa

En este artículo Jorge Tortosa nos enseña cómo se conjugan animación, diseño 3D y programación de vuelo para hacer que unos drones iluminados funcionen como píxeles en un espectáculo.

Cuando Firefly Drone Shows comenzó a experimentar con formaciones de drones para crear espectáculos en directo, el equipo de Hobbes, un estudio de animación situado en Detroit, vio una oportunidad única para aplicar su experiencia en el diseño de movimiento al mundo real.

El reto era diseñar coreografías de drones que pudieran funcionar en el espacio 3D, utilizando los principios de animación que ya aplicaban en los proyectos de animación de su estudio. Al hacerlo, el equipo tuvo que construir un sistema para satisfacer la multitud de retos técnicos y de diseño que el vuelo de drones requiere.

300 drones

Para animar una flota de 300 drones, Hobbes tuvo que pensar en una solución para hacer sencillo el proceso, para ello tuvo que tratarlos como píxeles. Pensando en cada uno de ellos como una unidad pixel, podría crear una coreografía usando software de diseño 3D, en concreto el Cinema 4D y codificando todos los datos técnicos del vuelo del propio dron, para conseguir formas legibles y estéticas para el gran público.

Una vez controlado este sistema, decidieron aplicarlo para la creación de un videoclip para la canción High In Heaven, del grupo VWLS (con Josh Epstein de JR JR & Louie Louie!).

La idea para este videoclip estaba clara. Crear un rostro que cantara esta canción con la ayuda de estos obedientes drones. Todo ello localizando la acción del vuelo y grabación del rostro, en un entorno natural y con todas las medidas de seguridad necesarias.

Desde luego, ver algo así en directo, debe de ser lo más parecido a tener una experiencia mística con un poderoso ente parlante y quizás, quién sabe, el comienzo de una nueva religión basada en la relación del humano con una omnipresente tecnología. Pero bueno, no nos pongamos distópicos.

Hobbes y Firefly Drone Shows hicieron un estudio del movimiento del rostro de un cantante y diseñaron y animaron todos sus gestos.

Para conseguir este proyecto en concreto Hobbes y Firefly Drone Shows hicieron un estudio del movimiento del rostro de un cantante y diseñaron y animaron todos sus gestos. Después, pasaron toda esta información a un programa CGI 3D de animación para asignar a cada dron su función de pixel. Con esta información el dron sabría dónde situarse en todo momento, de qué color debía brillar, a qué intensidad y a qué velocidad debía moverse. Pura magia tecnológica.

cómo se hizo

Mientras que los píxeles existían dentro del paisaje bidimensional de la pantalla, los drones se movían a través de las tres dimensiones y estaban sujetos a las restricciones físicas. Esto requería que el equipo de Hobbes tuviera en cuenta variables como la velocidad máxima de vuelo y la altitud máxima, todo ello respetando las reglas legales de la FAA (Administración Federal de Aviación de EE.UU.).

Por lo tanto, el sistema de diseño necesitaba permitir que el camino de cada dron fuera coreografiado con precisión desde el despegue hasta el aterrizaje para mantener el cumplimiento de las restricciones y evitar colisiones entre ellos.

Lo que empezó como un laboratorio de ideas y pruebas, a día de hoy es una perfecta colaboración entre un estudio de animación experimentado, junto a una empresa de vuelo de drones para conseguir espectáculos realmente innovadores.

A través de muchas iteraciones durante más de un año, el trabajo de Hobbes con Firefly Drone Shows ha evolucionado y se ha profesionalizado. Lo que empezó como un laboratorio de ideas y pruebas, a día de hoy es una perfecta colaboración entre un estudio de animación experimentado, junto a una empresa de vuelo de drones para conseguir espectáculos realmente innovadores.

Hobbes es un equipo de animadores que resuelve problemas enfocados en promover el movimiento como disciplina de diseño y aplicar sus principios a productos digitales y tecnologías emergentes.

El equipo de trabajo lo conforman Nick Forshee, Adam Zimmer, Benjamin Dresser.

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