Base Design ha dejado su huella en el Olimpismo. Esta red internacional de estudios creativos especializados en identidad de marca y comunicación con sede en Bruselas, Ginebra, Nueva York y Chile, ha participado activamente en el diseño de la nueva imagen del Museo Olímpico en Lausanne, Suiza.
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La renovación de la imagen del Museo del Diseño es una larga aventura que empezó en 2007, cuando el presidente del Comité Olímpico Internacional, Jacques Rogge se lanzó de lleno a un proyecto de renovación acorde con las nuevas necesidades del siglo XXI.
El proyecto es resultado de un concurso en el que participaron varios estudios y agencias internacionales. Dentro de este grupo, en 2011 se eligió la propuesta de Base Design para que desarrollara la nueva identidad. Después de 23 meses de trabajando en el proyecto, en el que han participado cerca de 800 personas de 70 empresas y compañías, el Museo Olímpico abrió nuevamente sus puertas el 21 de diciembre 2013. Si bien, actualmente, el proceso de implementación aún continúa.
La nueva identidad del Museo Olímpico tiene su origen en la idea de transmitir y compartir. «Comunicar las historias y los valores olímpicos», explican desde Base Design. Así, el concepto a partir del que empezaron a trabajar fueron las propias historias de la gente, desde la de Carl Lewis hasta la de cualquier aficionado al deporte, porque cada persona forma parte del Olimpismo. «El Museo Olímpico cuenta historias increíbles –dicen–. Cada visitante, ante esas historias, juega un papel importante en la narración».
Siguiendo los objetivos del proyecto, se buscó desarrollar una línea gráfica sencilla. El Museo Olímpico expresa su nueva promesa apoyándose en tres ideas: Relay (transmitir) – Contar historias que la gente quiera escuchar. Generosity (generosidad) – Afianzar la confianza y la cercanía con el visitante situándole cerca del corazón del espíritu olímpico: la llama. Sharing (compartir) – Que la gente sienta la llama con la misma pasión.
La tipografía Relay se ha creado bajo esa idea transversal, reflejando esos tres conceptos. Los caracteres se articulan mediante fragmentos que se superponen a sí mismos y que se añaden para dar forma a las palabras. A la tipografía hay que añadir la señalética tanto interior y exterior, pictogramas y los diferentes folletos y material impreso.
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