Álvaro Sobrino: «Todo el dinero público destinado a promover el diseño como herramienta de empresarios y no como cultura, es dinero tirado a un pozo»

Álvaro Sobrino es uno de los mejores embajadores, impulsores y más firmes defensores del diseño gráfico en España. Ha sido presidente de la ADG-FAD. Consagrado articulista, agitador en las redes, comisario de exposiciones, habitual ponente en multitud de eventos y, por supuesto, diseñador; en definitiva, una de las voces más autorizadas del diseño en España cuyo discurso destaca por su sensatez. Hoy responde a las preguntas de nuestro Fotomatón.
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Nombre completo: Álvaro Sobrino.

Ciudad y año de nacimiento: Madrid, 1962.

De pequeño querías ser… actor.

Un diseño que recuerdes de tu infancia… Las cajas de Fósforos del Pirineo de Cruz Novillo. En casa había muchas, en realidad eran un juguete. Y el costurero de mi madre, que era una caja de Cola Cao con motivos chinos. Es curioso que los recuerde por su otra función, la que se le daba después de haber cumplido como ‘diseños’.

Formación… Estudié periodismo y publicidad en la Autónoma de Barcelona y en la Complutense de Madrid, pero como diseñador se puede decir que aprendí de otros, que no es lo mismo que ser autodidacta.

¿Qué consideras que se debería enseñar en las escuelas de diseño y no se enseña? Echo de menos que la formación sea generalista, abierta. Echo de menos asignaturas de lenguaje, gramática, sintaxis, historia del arte, filosofía… y menos Photoshop o Autocad. Se enfoca obsesivamente al mercado laboral, cuando este es tan cambiante que siempre se llega tarde.

Un diseñador a quien admiras o que te ha inspirado para elegir tu camino profesional… Otra vez Cruz Novillo. Y Daniel Gil, pero era más poeta visual que diseñador. Y si lo que me preguntas es quién me despierta esa envidia de la mala cada vez que veo un trabajo nuevo que haya hecho, Mario [Eskenazi]. Pero esto supongo que no soy el único a quien le pasa.

Diseño es… trabajar para la felicidad de las personas.

Un buen diseñador es aquel que… nunca pierde de vista al receptor, al usuario. Como el escritor que escribe para sus lectores aunque le pague una editorial, como el médico que trabaja para los enfermos aunque le pague un hospital.

Periodista, diseñador, editor, expresidente de ADG-FAD, consultor de diseño, agitador de las redes sociales… ¿Con qué definición te identificas más o te sientes más a cómodo? Soy editor porque la edición es lo que me da de comer. Pero sí, visto así quizá me puede la dispersión…

¿Cómo se complementan esas facetas en tu carrera o qué te ha aportado cada una de ellas? No sabría trazar los límites entre una y otra, todo es trabajo, hasta Facebook o Twitter. La presidencia de ADG-FAD me ha aportado muchísimo, he aprendido a gestionar grupos y a morderme la lengua. Espero haber aportado algo yo también… No me fío mucho de la gente que quiere ser presidente de una asociación, y al mismo tiempo cuando te lo piden, creo que hay que decir que sí: El diseño no lo entiendo ahora como una actividad profesional. Hago cosas, pero hay gente muy joven y muy buena, no nos equivoquemos: son mejores que nosotros, tienen más formación, son nativos digitales… hay que elegir entre dejarles paso o trabajar con ellos. Y no me refiero a tenerlos de becarios…

¿Es necesaria la crítica en el diseño? Por nuestra experiencia, cuando la gente critica se queda en lo anecdótico, la superficie, en el ‘me gusta’ y ‘no me gusta’ o la descalificación porque sí. No es cierto que no haya crítica, pero tenemos que perder el miedo a hablar del trabajo de los demás. Nunca hubo tantos eventos sobre diseño, pero la gente va a hablar sólo de sí mismo y de su trabajo. A mí no me interesa la opinión del autor, me interesa la opinión de otro, lo que cada uno piensa de lo que le rodea y lo que hacen los demás…

¿Cómo ves el papel actual que desempeñan de las asociaciones de diseño? ¿Son necesarias en una sociedad hiperinformada e hiperconectada mediante las redes sociales? ¿Quizás deberían replantearse su función y ejercer esa voz crítica o de denuncia ante ciertas ‘malas’ prácticas que perjudican a la profesión [por ejemplo, concursos de diseño]? Son muy necesarias, cumplen varias funciones: representar y defender al colectivo, la interlocución con el poder, con sus premios velan por el reconocimiento de lo que se está haciendo y contribuyen a formar la memoria colectiva e histórica del diseño. Hay una parte que no me gusta: cada día las vemos más como empresas de servicios, la gente pregunta ¿de qué me sirve ser socio? Es un planteamiento erróneo, y esto es algo nuevo, de los últimos años. Las asociaciones destinan a dar prebendas a sus socios los recursos que deberían invertir en la defensa colectiva. No tienen la culpa, es lo que se les demanda. Pero es un error.

Durante más de 20 años estás al frente de Visual. ¿Recuerdas la primera portada que publicaste?  [¿Y qué contenidos trataba o contenía ese número?] La primera portada estaba diseñada con un ordenador Atari, eran unas moscas pixelizadísimas… la hicieron unos alumnos de la escuela Tracor, supervisados por su profesor.

¿Cómo ves la evolución del diseño en España a lo largo de todos estos años? ¿Crees que el diseño en nuestro país goza de buena salud? Me gustaría decir que sí, pero mentiría. No hay trabajo para todos los que queremos ser diseñadores. Creo que el saber diseñar podemos entenderlo como un activo, un diferencial para cualquier actividad. Como escribir bien, como saber hablar en público. Por supuesto que seguirá habiendo diseñadores, pero no puede haber más diseñadores que clientes. Un diseñador que afronta cualquier actividad parte con mucha ventaja: ¿casos? Chispum, la empresa de vinilos de Javi Royo e Idoia; Morro fi, un bar pensado por un diseñador donde no queda claro donde acaba el diseño y empieza el producto; o la editorial Media Vaca. Me interesa mucho esa vertiente de la actividad de los diseñadores.

Tú que estás a veces con un pie en Madrid y otro en Barcelona y te mueves por todo el territorio, ¿crees que existen diferencias localistas a la hora de abordar en los distintos puntos de la geografía española? ¿O la globalización e internet acaba por homogeneizar todo? El diseño es lo mismo, pero los mercados no. Barcelona es mucho más exigente, porque se lleva décadas educando en la calidad del diseño a los usuarios, que a su vez se lo exigen a los clientes, que entonces se lo demandan a los diseñadores. Como pasa en Reino Unido u Holanda. Incluso en Alemania. El error es pensar que el diseño puede ser una herramienta eficaz para vender sin tener en cuenta que los que compran tienen que saber apreciarlo. Y en ese sentido, todo el dinero público que se ha destinado a promover el diseño como herramienta de empresarios y no como cultura, es dinero tirado a un pozo. Lo estamos viendo, porque cuando el diseño es herramienta se convierte en prescindible, y no es verdad: el diseño es esencial. Pero a veces el diseño local produce sorpresas agradables: ahí tienes a Murcia: han bastado un par de diseñadores brillantes –Severo Almansa primero, Eduardo del Fraile ahora– para ponerla en el mapa del diseño.

Con este futuro incierto que acecha a la prensa en papel. ¿Cómo ves el futuro de Visual? ¿Hay que reinventarse/reubicarse en el universo online? No nos obsesiona hacer una transición a lo digital, ya hay gente haciendo productos digitales interesantes, como vosotros. No siempre es necesario cambiar el rumbo porque parece que la corriente va en un sentido. Vamos a mantenernos en lo que hacemos, aprovechando lo que internet nos aporta. Hay cosas impensables en los contenidos online, a las que no queremos renunciar: por ejemplo, en Visual cobran todos los que colaboran escribiendo, y los ilustradores también, excepto el que hace la portada. El medio online no da para eso, y no queremos renunciar a que la gente cobre por su trabajo. O también, no publicar nunca artículos cobrados o vinculados a inserciones de publicidad. El lector paga y tiene derecho a ello. Eso nos hace quedarnos fuera de las estrategias ‘publicitarias’ de muchas empresas, como Adobe, por ejemplo. ¿La parte que nos interesa? La posibilidad de mayor difusión de los contenidos: la versión en pdf de Visual cuesta una quinta parte si la comparas con la de papel (¡y sin DRM!), los libros que editamos son gratuitos en su versión online siempre que el autor esté de acuerdo. Los artículos publicados están gratis unos meses después en la página web… ¿qué no hacemos? Generar contenidos específicos para el ámbito digital, porque todo esto lo paga el papel, y sería inviable.

Lo más complicado de tu día a día profesional… Gestionar el tiempo. Casi tres cuartas partes del tiempo de trabajo me dedico a cosas que no generan ingresos. Es muy importante gestionar bien ese otro cuarto. Como un partido de baloncesto.

Lo más gratificante… La hora de la comida. En Visual cocino prácticamente a diario para los que trabajamos allí, y para los amigos; es raro el día que no hay algún invitado.
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