Massimo Vignelli (Milán, 1931 – Nueva York, 27 de mayo 2014) ha fallecido a los 83 años. Este mes conocíamos la noticia de su grave enfermedad a través de su hijo Luca. A lo largo de seis décadas de carrera, el diseñador italo-americano ha sido el representante de lo que se podría definir como el «diseñador total».
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Massimo Vignelli ha brindado al mundo una prodigiosa en cantidad de diseños en todos los ámbitos de la profesión: diseño gráfico, diseño industrial y de producto, diseño editorial de libros, revistas y periódicos, diseño de packaging, diseño de interiores y exposiciones, diseño de muebles. Proyectos que ha desarrollado junto a Lella Vignelli, su inseparable esposa y una figura fundamental en su carrera con la que no olvidemos ha estado trabajando desde que se casaron en 1957. Tres años más tarde, abrieron su primer estudio de diseño y arquitectura en Milán, donde salieron diseños inolvidables para Pirelli, Rank Xerox, Lancia y Olivetti entre otras empresas europeas que quisieron apostar por un diseño diferencial, de calidad y exclusivo. La vocación de Massimo era el diseño en 2D, la de su mujer Lella tenía un carácter más corpóreo y terrenal, siendo la arquitectura y el 3D su pasión. Ambos se complementaron como un perfecto engranaje que ha estado funcionando a lo largo de cinco décadas.
Su fascinación por los Estados Unidos le llevó a echar raíces por un periodo inicial de tres años después de casarse, un apego que con el tiempo creció lo suficientemente fuerte dejar Italia de forma permanente. Un país en el que encontró la «diversidad», la «energía», y la «posibilidad» de crecer y muy especialmente sintió «la necesidad del diseño». Así fue como cofundó Unimark en 1964, empresa que vivió el boom y posterior derrumbe de la burbuja del diseño de los grandes programas de identidad corporativa de finales de la década los 60. Tras esta experiencia, en 1972, formó su actual oficina, Vignelli Associates, donde trabajó prácticamente todos los aspectos del diseño: bidimensional, mobiliario, objetos, exposiciones e interiores. De hecho, Massimo Vignelli pasará a la Historia como el representante de lo que se podría definir como el «diseñador total».
Massimo Vignelli: investigador y crítico
La imagen era un aspecto importante en su carrera, pero también el valor del concepto y de la palabra. Massimo Vignelli era un escritor empedernido, un investigador innato y un crítico de la profesión. Para Vignelli había que ir más allá el sustrato de las cosas; preguntarse el «por qué» y el «cómo», el propio proceso de diseño en sí que debía ser igualmente evidente e ir bastante más allá de la tiranía del gusto de cada uno. A su modo de entender, era inconcebible que durante siglos, y especialmente éstas últimas décadas, los diseñadores gráficos hubieran estado felices y contentos simplemente produciendo y admirando imágenes bonitas; para el diseñador italo-americano, antes de mirar y admirar desde la superficie se hacía necesario una buena base teórica, conocer cómo se ha ido desarrollando y ha ido evolucionado el diseño gráfico en el transcurso de la Historia.
En cuanto a la crítica en la profesión, este era un aspecto vital y necesario para avanzar en la dirección correcta. Un elemento, el de la crítica, que el maestro Vignelli veía inexistente, muy a diferencia de lo que sucede en otras profesiones como la arquitectura. En 1983, dentro del discurso de apertura del Primer Simposio en la Historia del Diseño Gráfico (The First Symposium on the History of Graphic Design), Massimo Vignelli llegó a afirmar: «¿Creéis que podemos continuar sin crítica? Sin crítica nunca tendremos profesión».
El diseño de Massimo Vignelli, tanto en tres y dos dimensiones, es altamente arquitectónico y respira un profundo carácter. Carteles, publicaciones y diseños gráficos de Massimo parecen estar construidos en historias; trabajos separados por líneas horizontales que respetan la geometría básica y que ahora nos son extremadamente familiares. El proceso de diseño de investigación se mueve de adentro hacia afuera: «La forma correcta es la propia forma del significado del objeto». El compromiso Vignelli a la corrección de un diseño iba más allá del ejercicio mecánico de idear una forma más adecuada para una determinada función. Massimo y su esposa siempre han entendido que el diseño en sí, en abstracto, puede y debe ser una parte integral de la función. Más de un proceso y un resultado, el diseño de buen diseño es un imperativo. «Todo tiene su propio orden», llegaron a afirmar, «no se puede tomar una pieza de música y mezclar las notas. No se puede tomar una pieza de escritura y mezclar las palabras. No se puede tomar un espacio y hacer un barullo con las sillas alrededor».
Massimo Vignelli ha enseñado, escrito, dado conferencias, formado parte de jurados y juntas, pero sobre todo ha contribuido con su talento a que este mundo sea más bello o como poco, más atractivo. Gracias por haber sido un apasionado y un defensor insaciable del buen trabajo en el diseño gráfico.
Hasta siempre Massimo Vignelli.