Conforme llega el fin de año, todos nos planteamos eliminar nuestros malos hábitos y abrir la puerta a un buen cargamento de buenos propósitos. Este ejercicio que solemos hacer en nuestra esfera de la vida privada, no está de más trasladarla al ámbito profesional. Si eres diseñador o trabajas en el ámbito creativo, aquí te presentamos una selección de 7 malos hábitos bastante comunes que sería conveniente excluir en tu rutina.
Deja de nombrar tus archivos incorrectamente
¿Cuántas veces has pensado que el archivo sobre el que estás trabajando es el definitivo? ¿Y cuántas veces ha sucedido que, definitivamente, no ha sido así? Este es uno de los malos hábitos más frecuentes entre los diseñadores, sobre todo los más noveles, denominar un archivo con la palabra ‘final’, ‘definitivo’, ‘última versión’, etc. Lo mejor en este caso es apostar por la lógica y utilizar una nomenclatura que sea funcional y facilite la búsqueda de un archivo de un trabajo. Así mismo, no olvides de estructurar tus carpetas de trabajo. Algo tan sencillo como esto, permite ahorrar tiempo, esfuerzo y algún que otro disgusto.
No permitas que la anarquía se apodere de ti
Mantener un orden, unos horarios y unas rutinas marcan una clara diferencia entre el diseñador profesional y el amateur. En los trabajos creativos hay una tendencia, muchas veces sobrevalorada, a que hay que dejar que la libertad corra para atraer a las musas. Sin embargo, la inspiración también hay que trabajarla. La noción del tiempo es muy relativa, especialmente cuando se trabaja en casa y es fácil caer en la procrastinación. Ello no obvia que haya que hacer pequeñas pausas, pero para nada es aconsejable dejarse arrastrar por la anarquía y hacer lo que a uno le apetece en cada momento.
No subestimes el tiempo que necesitas en cada proyecto
Uno de los factores que más denotan la falta de profesionalidad es no ser fiel a los compromisos adquiridos con un cliente. Es el caso de los plazos de entrega. Si le prometimos que el trabajo estaría en una fecha concreta, debemos ser coherentes y hacer que así sea. Cuando los diseñadores fallan en el tiempo de entrega puede ser por varias razones. A veces sucede por un exceso de optimismo acerca del proyecto y la capacidad de uno. En otras ocasiones, puede ser por el hecho de complacer a un cliente en todo lo que nos demanda, sin ser conscientes de que hay que poner ciertos frenos. También puede deberse a que no hay un acuerdo formal y por escrito, es decir, un contrato con unas cláusulas claras donde se abordan factores desconocidos o imprevistos.
Si este es uno de tus malos hábitos, la solución pasa por una planificación cuidadosa y metódica. Antes de acordar un deadline es importante investigar todas las variables e imprevistos que pueden surgir en el proceso. Para planificar el proyecto, es necesario que dividas su totalidad en tareas individuales y asigna un margen de tiempo realista a cada una de ellas. Y recuerda, es importante cerrar por escrito todas las especificaciones; redacta y firma un contrato de diseño.
No empieces tus trabajos directamente sobre la pantalla
Dejarse llevar por el ímpetu y ponerse directamente a trabajar sobre la pantalla es un error. En el momento de iniciar un nuevo proyecto es vital pararse a pensar y realizar un trabajo preliminar. Primero, para dar estructura a nuestras ideas y, tal y como se ha comentado anteriormente, para planificar los recursos y los plazos de entrega. Realizar bocetos, maquetas, prototipos o simplemente garabatear, nos ayudará centrarnos y evitar malgastar nuestro tiempo dando palos de ciego. Se trata de partir desde el esquema desde lo más básico para progresivamente ir depurando hacia los detalles más finos, y no al revés.
No venderse a uno mismo
Nos guste o no, vivimos en el mundo de las apariencias. Eso significa que no basta con ser bueno, además hay que parecerlo. Los clientes no llueven del cielo. Hay que promocionarse a uno mismo como profesional, hacerse visible y ‘venderse’ (en el buen sentido del término). Las vías para conseguirlo son varias: redes sociales, contactos, networking, contar con un agente… Pero como en todo, antes de dar el paso, hay que pensar y ver qué necesidades y recursos tenemos; se hace necesario un método y ser constante. Especialmente importante es actualizar el portfolio con periodicidad y, por supuesto, ¡poner los datos de contacto! Sí, también la dirección de email y el número teléfono.
A veces hay que decir no al cliente
Uno de los malos hábitos más extendidos entre la comunidad creativa es aceptar todas las peticiones que el cliente pone por delante, por descabelladas que éstas puedan parecer a priori. Hay una tendencia a pensar que sobre la marcha todo seguirá su curso. Sin embargo, a veces esa situación se convierte en una trampa que no tiene escapatoria. La asertividad es una virtud que hay que trabajar, también si eres diseñador. Y en ocasiones, hay que plantarse y decir no al cliente de la mejor manera posible. En cierto modo, deberías pensar que la calidad de tus proyectos va a depender en gran parte de la calidad de los clientes con los que trabajes.
No infravalores tu trabajo económicamente
El miedo a ‘asustar’ al cliente o la falta de autoestima, son algunas de las razones más comunes por las que los diseñadores freelance suelen tirar hacia lo bajo las tarifas de sus trabajos. Así, infravalorar la labor creativa suele ser frecuente. Hay que marcarse una línea por debajo la que uno no está dispuesto a pasar. Según reza el dicho: no tires piedras a tu propio tejado. Hay que buscar un equilibrio. Y sobre todo, hay que hacerle entender al cliente que cobrar más significa un trabajo de calidad.
Buen Articulo!! me hizo pensar en que todos esos errores que he cometido pero ya tengo sus fundamentos para no hacerlo jeje
Gracias!!
Qué terrible esta juventud…
Hola Grafficos!
¡Qué buen tirón de orejas para no olvidarnos de aspectos tan fundamentales! Personalmente, intento llamar DEF al archivo que me parece terminado para mostrar a mi cliente y LAST al que incluye las modificaciones que me sugieren. Suele bastarme, a veces un LAST2 se ha hecho necesario, pero las menos.
Genial lo de retrasar ponerse delante de la pantalla al acometer un proyecto. Lo de decir NO a un cliente me he visto obligado a utilizarlo no ya para un trabajo concreto si no para cortar la relación comercial con personas que no me respetaban ni como diseñador ni como persona. El tema precios es espinoso, a veces viene dado en plan “lo tomas o lo dejas” (plataformas tipo Upwork) pero también ahí suelo conseguir ajustarlo. A veces los que parecen peor pagados salen a la primera y a veces los que pintan bien se resisten los muy…
¡Buen artículo!